Hoy nos invade una tristeza profunda, un dolor que cala en lo más hondo de nuestro ser. Hoy despedimos a Claudia Bastias, nuestra querida excompañera, una educadora de párvulo que dejó una huella imborrable en cada rincón de nuestro colegio y en cada corazón que tuvo el privilegio de conocerla. Claudia no solo fue una maestra excepcional, dedicada y apasionada por sus alumnos, sino también una amiga de alma grande, capaz de tejer lazos sinceros y duraderos con quienes compartieron su camino.
Sus hijas, nuestras alumnas y exalumnas, son testimonio vivo del legado de amor y compromiso que Claudia nos deja. Las recordamos juntas, entre risas y actividades, siempre llenas de alegría, compartiendo momentos que hoy se tornan tesoros de memoria. Pero ahora, con el corazón hecho pedazos, la despedimos, y nos consuela imaginar que en ese cielo inmenso hay alguien esperando con los brazos abiertos: mi hermana Claudia Vásquez. La imagino ahí, recibiéndola como solo ella sabía, con esa calidez que hacía que cualquiera se sintiera en casa.
Es una sensación contradictoria, esta envidia sana que me invade, al pensar que Claudia Bastias y mi hermana ahora se reencontrarán, compartiendo historias, reviviendo anécdotas y sonriendo, mientras aquí, los que quedamos, llevamos su recuerdo como una llama eterna que jamás se apagará. Me duele no haber podido decirle a mi hermana cuánto la quería, y hoy, ese dolor se mezcla con la tristeza de despedir a una compañera tan especial.
Vuela alto, querida amiga. Tu risa, tu bondad y tu amor por los niños resonarán siempre en las aulas, en los pasillos y en los corazones de cada uno de nosotros. El Colegio San Marino, su dirección, profesores y quienes trabajamos en él, somos testigos de tu huella, un legado que ningún tiempo podrá borrar. Nos dejas, Claudia, pero nunca te irás del todo, porque en cada rincón de nuestra comunidad, tu luz seguirá brillando.
La vida, con sus diferentes caminos y giros inesperados, nos llevó a transitar por senderos distintos, caminos que a veces parecían alejarnos, pero nunca borrar lo vivido y compartido. Las risas, las enseñanzas, los momentos compartidos se convierten en un refugio, en un recordatorio constante de lo que fue y de lo que siempre será en nuestra memoria. Aunque los senderos nos distanciaron físicamente, el recuerdo de esos días juntos permanece intacto, latiendo fuerte en los corazones que un día compartieron contigo.
Hoy, mientras decimos adiós, sabemos que los caminos se han reencontrado en un punto donde el amor y el recuerdo te elevan. Nos queda la certeza de que, en cada aula, en cada pasillo y en cada rincón del Colegio San Marino, tu esencia seguirá guiando a tus amados párvulos, recordándonos que, aunque la vida nos lleve por diferentes rutas, nunca podremos olvidar los lazos que nos unieron.
Como institución, extendemos nuestras condolencias más sentidas a la familia de Claudia, especialmente a sus hijitas, a quienes cuidaremos y acompañaremos en este difícil momento, y a su mamita, María, una profesora que también formó parte de nuestro colegio como compañera y amiga. Que la fortaleza y el amor de esta comunidad les brinden consuelo en estos tiempos de dolor.
Claudio Vásquez Magaña